noviembre 22, 2024

*Si el inquilino de Palacio Nacional dice que sus hijos nada tienen que ver con su gobierno, ¿qué hacía José Ramón López Beltrán, sentado en la mesa de un restaurante de una ciudad fronteriza norteamericana con el poderoso jefe de las aduanas mexicanas?

México. (25 de febrero). – El escándalo de la investigación del New York Times, que pretende ligar a los hijos del presidente Andrés Manuel López Obrador con redes del narcotráfico, sacudió la semana pasada al gobierno de la Cuarta Transformación.

Y la respuesta del mandatario fue que era un documento carente de pruebas, insistiendo en que sus hijos nada tienen que ver con la operación de su gobierno y, por tanto, desestimó el reportaje al que calificó de calumnia.

Hoy, en una nota publicada en Código Magenta se desmintió lo dicho por el presidente López Obrador. Sus hijos operan desde las entrañas de su gobierno sospechosas negociaciones de manera directa, con altos mandos del gobierno en el que ellos, sus hijos, no detentan oficialmente ningún cargo.

Para muestra, una fotografía tomada en abril de 2023, en el restaurante Pappadeaux de Pharr, en Texas. En ella se ven cuatro hombres, entre los que son claramente identificables dos. Uno, Rafael Marín Mollinedo, en esos días director general de Aduanas. Otro, de espaldas y con camisa negra, José Ramón López Beltrán, el hijo mayor del presidente, el de la Casa Gris de Houston.

Si el inquilino de Palacio Nacional dice que sus hijos nada tienen que ver con su gobierno, ¿qué hacía José Ramón sentado en la mesa del restaurante de una ciudad fronteriza norteamericana con el poderoso jefe de las aduanas mexicanas?

Coincidentemente, Pharr es área conurbada de la metrópoli de McAllen, que colinda con la aduana de Reynosa y que fue el epicentro del huachicoleo fiscal operado por Sergio Carmona y por su hermano, el administrador de esa aduana, Julio Carmona, en favor de allegar recursos a Morena, a través de su presidente Mario Delgado.

Curiosamente, sólo unas semanas después de ese encuentro, Rafael Marín Mollinedo renunció con seis meses en el cargo. No soportó las presiones y como premio de consolación, le dieron la embajada de México ante la Organización Mundial del Comercio.

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