Morelos. (5 de noviembre). – Familiares de personas privadas de su libertad en el Centro de Reinserción Social (Cereso) de Morelos han denunciado este fin de semana una serie de medidas restrictivas impuestas por la administración del penal, las cuales consideran que atentan contra su dignidad humana.
Estas nuevas disposiciones, que buscan controlar el ingreso de ciertos artículos y reforzar la seguridad, han generado indignación entre las familias que señalan un trato humillante.
A través de mensajes enviados a este medio, familiares de los internos expresaron su preocupación por las políticas implementadas recientemente, las cuales, aseguran, no solo afectan la calidad de vida de los reclusos, sino que también representan un retroceso en sus derechos.
Entre las quejas más graves, mencionaron la restricción de alimentos y productos de higiene, así como el aumento en los niveles de revisión para las visitas, que en muchos casos han resultado en situaciones de humillación.
«Este sábado se tiró mucha comida en el acceso al penal», denunció una madre de uno de los internos. «Habíamos llevado queso, crema, lechuga picada y otros alimentos, pero al llegar nos obligaron a desecharlo todo durante las revisiones. Entendemos que haya control, pero esto ya es una falta de respeto», señaló.
Esta situación ha generado descontento entre las familias, quienes resaltan que, aunque están de acuerdo con el decomiso de celulares y la prohibición de drogas y alcohol dentro del centro, consideran inaceptable que se desperdicie comida de esa manera y que se les prive a sus familiares de insumos básicos.
Las denuncias también incluyen testimonios sobre las revisiones corporales, que describen como invasivas y degradantes. Una de las visitantes relató que hace quince días obligaron a varias mujeres a bajar sus pantalones y, en otro caso reciente, retiraron a una joven su toalla sanitaria, sin importar que estaba menstruando.
“La hicieron entrar sin toalla y completamente manchada. Estas medidas son innecesarias y humillantes”, dijo otra familiar, quien pidió el anonimato por temor a represalias.
Este domingo 3 de noviembre, las restricciones se intensificaron, y las autoridades prohibieron la entrada de frutas y verduras, incluso si estaban picadas o hervidas. Además, artículos de primera necesidad como jabón, pasta dental, cloro y sal también fueron vetados, lo que ha incrementado la frustración de los familiares.
Durante la salida de las visitas, el proceso se alargó por más de una hora debido a la exigencia de formar filas para cada revisión, prolongando el tiempo de espera en condiciones incómodas.
En paralelo, internos del gimnasio del penal manifestaron su inconformidad ante el decomiso de equipamiento deportivo. «Nos quitaron barras, bancos de pesas y otros materiales que compramos con nuestro propio dinero mediante cooperaciones.
No es equipo proporcionado por la institución, sino que lo adquirimos nosotros mismos», expresó un interno a sus familiares, quienes reportaron que los usuarios del gimnasio planean solicitar una reunión con las autoridades penitenciarias para discutir la situación.
Las familias reconocen la importancia de que el Cereso de Morelos mantenga un ambiente libre de sustancias ilícitas y regulado, pero piden que se priorice el respeto a la dignidad humana y que se brinden oportunidades reales para la reinserción social, como programas educativos y de capacitación laboral.
«Es un centro de reinserción, y así debería de ser. Pero lo que estamos viendo es un trato que vulnera sus derechos», señaló una de las familiares.
Hasta el momento, las autoridades del Cereso no han emitido una declaración oficial sobre las recientes medidas y las denuncias por tratos indignos. Sin embargo, el descontento entre las familias y la posibilidad de una movilización de los internos del gimnasio para exigir respuestas sugieren que el conflicto podría escalar en los próximos días.
La situación en el Cereso de Morelos pone en evidencia las tensiones entre la seguridad y el respeto a los derechos humanos dentro de los centros de reinserción, un equilibrio que, según los familiares de los internos, se ha perdido con estas nuevas políticas.